Casamiento en Bali: cómo fue ser invitados a una boda balinesa

Cómo terminamos invitados a un casamiento en Bali

Mientras nos alojábamos en Vaneka Garden House, cerca de Ubud, compartíamos charlas diarias con los anfitriones. Una mañana, uno de ellos nos sorprendió con una invitación especial:
—Mañana se casa mi hijo, ¿quieren venir?
Sin pensarlo, aceptamos. Habíamos leído que muchos turistas pagan muchos euros por presenciar una ceremonia así, y nosotros tuvimos la suerte de ser invitados de manera genuina.


Bali Indonesa

La preparación: trajes típicos y mucha expectativa

Para asistir, nos prestaron ropa tradicional balinesa. Yo no tenía idea de cómo colocarme la pollera, y Sebas recibió un gorrito típico. Éramos cuatro extranjeros en total: nosotros y una pareja australiana.
Nos dijeron que la presencia de extranjeros otorga cierto prestigio a la boda, lo cual explica por qué todos nos miraban con curiosidad al llegar.

Ubud Bali

Ubud Bali


Así es una boda tradicional balinesa

Las bodas en Bali son extensas: comienzan por la mañana y pueden terminar de noche. Nosotros asistimos desde el mediodía. Lo que más nos impresionó fue la decoración cargada de flores amarillas, los novios cambiando de vestuario varias veces y el ambiente festivo.
En el almuerzo, la comida era súper picante, típica de Indonesia. Había un estilo buffet libre, y aunque yo tolero más el picante que Jose, terminé comiendo parte de su plato con los labios en llamas.
Más tarde hubo shows de música, danzas tradicionales y bebidas locales. Me ofrecieron un licor artesanal en una botella de plástico… nunca supe exactamente qué era pero parecía tequila.

Indonesia


La resistencia de los anfitriones

Nos quedamos hasta la noche, pero la fiesta continuó. Al día siguiente, los mismos anfitriones que nos habían invitado estaban de regreso en el hostel sirviendo el desayuno como si nada hubiera pasado. Increíble la constancia en el trabajo, nosotros estaríamos re cansados.


Un recuerdo imborrable de Bali

Ser parte de una boda balinesa es una experiencia auténtica y enriquecedora, algo que no se encuentra en las rutas turísticas típicas. Nos fuimos de Ubud con la panza llena de picante y el corazón lleno de gratitud.
Dónde nos alojamos: Vaneka Garden House

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